"Aquí, ¿qué te cuento? Primero esperando, esperando que la guerra terminara y que Franco fuera considerado un enemigo, que se instalara el gobierno de la República que estaba en el exilio. Había gente que ya decía “mañana, pasado…”, pero los días iban pasando, terminó la guerra y cómo han sido las cosas: Franco se quedó en su sitio. Y se fueron muriendo antes los exiliados, muchos de ellos antes que Franco. Y, entonces, ya había que vivir, había que pensar en sobrevivir. Yo no quería hacer teatro: después de haber estado en La Barraca me parecía que no, no sé…; además no me encontraba bien con el idioma; ahora ya tengo más acento de Buenos Aires; en aquel momento, no, tenía una pronunciación muy cerrada. Y siempre estuvimos esperando, siempre soñando con volver, y cuando ya se pudo volver…, pues yo no pude volver.
He vuelto a ver España, pero no a vivir en España. Y como entre tantas cosas que hice siempre me había gustado pintar y dibujar, vestir muñecas, hasta recuerdo que en la época de La Barraca yo hacía algunos dibujos de moda para una revista gallega y escribía unos comentarios más bien literarios sobre la ropa, porque era una época de moda rusa, en los atuendos, botas, abrigos…;bien, como tenía cierta habilidad para hacer diseños y manualidades, hicimos una casa de decoraciones y moda de niños en la que también estaba Rosalía Casona, la mujer de Alejandro Casona, y su hija, Marta Casona.
Gori, además de trabajar para el cine y para el teatro, dirigía, diseñaba muebles y algunos decorados. Hicimos una casa muy importante, prácticamente la casa más importante que hubo en Buenos Aires en todo ese tiempo, y por mucha diferencia: se llamaba L’Enfant Gâté, como llamaban los marineros del Massilia a Gorita. Gori, como te dije, trabajaba en todo, dirigía todo, pero nosotras éramos las que estábamos allí.
Hasta que Rosalía se volvió a España…; entonces yo me quedé sola. En el año 1958 los médicos me anunciaron que Gori tenía el mal de Parkinson…, ¡terrible, eso fue terrible!... y entonces yo ya me reduje, no podía sola hacer frente a tantas cosas, y me fui a la Promenade Alvear, que está en el Hotel Alvear, y allí puse una boutique también con mucho éxito, gracias a la cual sobrevivimos todo ese tiempo, hasta un poco después de la muerte de Gori, que falleció en 1978."